Así nace el kéfir

El Caucaso

Se origió en las montañas del Cáucaso, entre Rusia y Georgia, Hace unos 5.000 años. Se cree que su descubrimiento fue accidental, cuando los pastores de la región transportaban leche en bolsas de cuero contaminadas con el hongo kéfir. La leche se fermentaba y se creaba una bebida con un sabor similar al yogur agrio gaseoso.

El kéfir es una bebida fermentada que se obtiene a partir de los granos de kéfir, que son una masa biótica de bacterias, levaduras, lípidos y proteínas. La palabra kéfir proviene del turco keyif, que significa «sentirse bien» o «bendición». 

El kéfir de leche es similar al yogur, con una textura suave y un toque agrio. Se puede preparar con cualquier tipo de leche, pero la leche de cabra o la de soja son las más recomendadas. 

​ Los principales microorganismos que conforman este ecosistema microbiano presente en el kéfir son la bacteria Lactobacillus acidophilus y la levadura (hongo unicelular) Kluyveromyces marxianus, aunque la composición de los microorganismos que componen el kéfir varía según las regiones y métodos de cultivo.

Los alimentos fermentados, al contener bacterias probióticas, son muy beneficiosos para la salud y, por ello, se han vuelto muy de moda en años recientes, como es el caso del kimchi, plato tradicional coreano a base de verduras, de la kombucha, un brebaje legendario original de Asia cuyo consumo se ha extendido en todo el mundo o, incluso, del kvass, una bebida fermentada tradicional de Ucrania que se elabora a partir de pan. Otro fermentado muy de moda – quizás el más popular – es el kéfir, del que vamos a hablar ahora.